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Predicar a los Conquistadores es un privilegio especial. No estás frente a cualquier grupo de jóvenes. Estás hablando a futuros líderes, exploradores del evangelio, chicos y chicas que ya están en una aventura con Jesús. Pero predicarles requiere algo más que palabras… requiere pasión, conexión, y propósito.
Aquí te comparto algunos consejos prácticos que he aprendido después de años predicando en Camporees, clubes, y eventos de jóvenes alrededor del mundo:
1. 🎯 Adáptate a su mundo
Los Conquistadores son visuales, dinámicos, prácticos. Si puedes, usa objetos, símbolos, uniforme, nudos, brújulas, mochilas o ilustraciones de campamentos para predicar. Jesús hablaba de semillas, ovejas y caminos. Tú puedes hablar de mapas, fogatas y caminatas.
🔥 Un mensaje que conecta con su mundo se vuelve inolvidable.
2. 👂 Habla con ellos, no solo a ellos
Haz preguntas. Involúcralos. Llévalos a pensar. A veces una historia o una dinámica vale más que 20 minutos de teoría. ¡Haz que se muevan, que participen, que respondan!
✋ Predicar no es un monólogo; es una experiencia que construyes con ellos.
3. 📖 Haz que la Biblia cobre vida
No uses la Biblia como un adorno. Úsala como un mapa. Muestra cómo David fue un joven valiente como ellos. Cómo Esther tuvo que tomar decisiones firmes. Cómo Jesús empezó su misión siendo joven. Dales un héroe bíblico con quien identificarse… y apunta siempre a Cristo como su guía.
4. 🧭 Muestra el propósito
Los Conquistadores no están en el Club solo para aprender habilidades. Están ahí para descubrir su misión. Tu predicación debe ayudarlos a entender que su vida tiene valor, su fe tiene dirección, y su club es una plataforma de servicio.
🧤 Un Conquistador motivado se convierte en un embajador del cielo en la tierra.
5. 💛 Predica con pasión y corazón
No necesitas gritar, pero sí necesitas creer en lo que dices. Ellos sentirán si estás predicando porque “te toca” o porque de verdad te importa su salvación. Sé real. Sé alegre. Sé claro. Y sobre todo, ¡hazlo con amor!
Conclusión
Predicar a los Conquistadores es sembrar en un terreno fértil. Muchos de ellos recordarán tu mensaje por años, no por lo bonito que hablaste, sino por cómo les hiciste sentir: valientes, amados, útiles, llamados.
No subestimes a un niño con una Biblia, una pañoleta y un corazón dispuesto. Puede ser un líder mundial mañana. Tu mensaje puede ser el fuego que encienda su misión.
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